02/11/2019 Montería: Miralrío


El pasado sábado 2 de noviembre nos dábamos cita en Trujillo para montear la finca Miralrío, la cual está situada a orillas del río Almonte y sería monteada por la orgánica Monteros del Saltillo. Sin duda una finca que nunca falla en cuanto a cochinos.

El sorteo había tenido lugar la noche anterior en Cáceres y la suerte nos había colocado en el puesto número 2 del cierre del Retamar, postura en las llanas de la finca poco querenciosa para los cochinos pero como ya sabemos, estando en el campo, todo es posible.

Tras el tradicional padre nuestro ya en la junta de carnes de la finca, nuestra armada salía en segunda posición. Nombramiento por parte del postor y monteros a los coches. Una vez colocados por el postor, nuestro puesto constaba de una cañada situada en una gran dehesa sin nada de monte. Nuestras oportunidades salvo cosa excepcional, se deberían al paso de alguna res por nuestra postura.

Aún sin llegar los perros a la suelta, con el trajín de los coches de las traviesas y entre tantas conversaciones mi compañero y yo, a unos 500 metros de nosotros pudimos ver que algo se movía. Cazador al trípode y acompañante a los prismáticos. Efectivamente se trataba de un grupo de ciervas que escapa de la mancha espesa en busca de las llanas, pero, no se trataría de una simple pelota de ciervas, sino que, en última posición, un bonito venado escapaba junto a ellas.

Nuestra postura aireaba con tesón y tras varias lamentaciones, no sabíamos aún sí dispondríamos de una oportunidad. Entre cambios de dirección y paradas en el camino, poco a poco nuestro objetivo se aproximaba. En cuestión de 2 minutos, que bien parecieron horas, la pelota caminaba con paso victorioso hacia nosotros sin percatarse de nuestra presencia.

Andrés apoyado en el trípode, esperaba su oportunidad mientras yo le ponía nervioso diciéndole “que bonito es” “tendrá 12 puntas” “déjale que cumpla”, y así fue. Los animales se pararon a escasos 50 metros de nosotros.

Ya con la pelota de frente a nosotros, una cierva se percata de nuestra posición y el venado, que seguía andando, se quedaba solo ante la atenta mirada del montero. Cruz en las paletas, y tras un “ahora”, certero disparo en las paletas. El Rey del Bosque, que venía escoltado como si de su escolta se tratara, por un segundo nos regaló una magnífica oportunidad de abate.

¡Qué lance! Al fin y al cabo, el que apriete el gatillo es lo de menos, este venado será siempre de los dos, tan importante el que dispara como el saber esperar de mi compañero con sus prismáticos. Que importante es ir acompañado siempre, ya que sin la paciencia de mi compañero, me podría haber precipitado y errado el disparo. Precioso venado de 14 puntas que quedará chulísimo en nuestra bodega.

El resto de la montería, transcurrió tranquila por nuestra postura sin ninguna oportunidad más. Un gran vareto y una piara de 12 cochinos que se escaparon por el número 4 que quedó libre, fue lo único que pudimos ver hasta el sonido de la caracola.

Tras una buena comida, con un gran catering, despedíamos esta maravillosa finca con un total de 53 cochinos y 3 venados, entre ellos el nuestro que se llevaría la mayoría de los focos y un bonito cochino. ¡Monterión!

¡Viva la Caza!








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